Embarazo semana 34: mi experiencia real y lo que he aprendido en este viaje (parte 3).
Tenía pendiente contarles muchas cositas. Ya estamos en la semana 34 de embarazo y eso significa que en menos de un mes Tomás podría estar en nuestros brazos. ¡Ay bendito!
Sólo pensarlo me llena de nervios y emoción al mismo tiempo. Han sido días de grandes cambios, no sólo a nivel corporal —que cada día me sorprende más— sino también en lo emocional. Aunque no he sentido una montaña rusa de sentimientos, sí está la incertidumbre propia de ser mamá primeriza, con miles de preguntas por minuto, sobre todo ahora que la fecha del parto se siente tan cercana.
Un dato curioso es que a las 34 semanas, según la Organización Mundial de la Salud, un bebé ya tiene más del 98% de probabilidades de sobrevivir fuera del útero con cuidados médicos adecuados, ya podría nacer Tomás si así quisiera, eso me da tranquilidad, aunque claro, lo ideal siempre es que se quede dentro de la pancita hasta el final de las 40 semanas para llegar lo más fuerte y preparado posible, cosa que le repito todo el tiempo, ayer por ejemplo (no importa cuando leas esto) sentí una especie de dolores que no había sentido y ahí le hablé bastante, le decía
Tomás te amo tanto, te quiero ver yaaaa, quiero olerteeeee y ver tu carita, pero tú y yo sabemos que nos toca aguantarnos las ganas otro ratico más, así que dejame dormir
… Y me dejó.
Dentro de esa ansiedad que me da a ratos pues me pongo a estudiar mucho, leer fuentes que me han mandado mis médicos, todo en búsqueda de preparar la mente para entender el parto como el acto de amor más grande y posiblemente uno de los días más felices para cualquier pareja, he entendido que lo quiero ver así y de esta manera perderle el miedo a ese dolor tan extremo del que tanto se habla.
Siempre he dicho que la información es poder, por eso quiero recomendarles un podcast que me ha encantado: “La Bienvenida”, que explica semana a semana desde un enfoque médico real todo lo que vivimos en este camino. Me ha hecho pensar mucho sobre los mitos alrededor del parto. Por ejemplo, se habla mucho de la cesárea como una “opción más fácil” o más estética, pero la realidad es que la OMS recomienda que la tasa de cesáreas no supere el 15% de los partos; sin embargo, en países de Latinoamérica las cifras superan el 40%. Esto nos invita a reflexionar sobre la importancia de tomar decisiones informadas, con argumentos médicos y no por presiones externas o creencias heredadas. Cada cuerpo y cada historia son únicos, y lo más valioso es que decidamos desde la educación y el conocimiento. Por supuesto, con esto no quiero decir que algo sea «correcto» o no, es más que cuando sea una decisión previa a ser una salida de emergencia, pues sea decidida con toda la información real disponible.
Por ejemplo, en estos días oí el testimonio de una mujer que deseaba tener un parto vaginal, pero su novio había oído en el grupo de sus amigos que esto dejaba sin sensibilidad sexual a las parejas porque supuestamente la vagina no vuelve a ser la misma,
bueno, pues a ese tipo de mitos me refiero…
No hay una sentencia médica que diga que un parto vaginal “arruina” la sensibilidad sexual ni la estética de la mujer; la mayoría de las mujeres no experimentan pérdida permanente por el sólo hecho de parir vaginalmente. Lo que sí es cierto es que las complicaciones del parto, la forma en que se manejan las laceraciones y factores posparto (lactancia, fatiga, emocionalidad) son los verdaderos responsables de muchas dificultades sexuales que igual son transitorias, pero igual si esto va a pasarnos, nos pasará igual con una cesárea… ¡no crean en todo lo que oyen!
Por eso la elección informada —hablar con su obstetra, conocer riesgos y beneficios, planificar la atención perineal y tener acceso a rehabilitación pélvica si es necesario— es la mejor arma contra el mito y el miedo!!!
La OMS y la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia recomiendan que la cesárea se realice sólo cuando exista una indicación médica clara, no como primera elección si no hay riesgos.
Volvamos a mi cuento, en lo personal, estos últimos días me he sentido muy bien anímicamente. Sí, claro, estoy pesadísima y los kilos extras pasan factura en mi espalda, en mis piernas (las medias de compresión son ángeles), pero también quiero decir que sin importar cómo me vean, yo me siento hermosa y empoderada. ¡Me ha encantado tener barriga! Es una etapa única y aunque las noches ya no son iguales, la ropa aprieta y la ropa interior se volvió mi enemiga número uno (oigan, no me acuerdo si les dije, pero los mejores cucos jajaja que encontré en el mercado para la barriga creciente los conseguí en Dollarcity) (😂), sigo disfrutando del proceso.
En esta recta final aparecen temas que son un mundo por descubrir: el masaje perineal para preparar el cuerpo, la elección del pediatra (que recomiendo hacer antes del parto), los primeros pasos en lactancia y encontrar a esa persona que nos acompañe en este tema desde antes del parto y después, y hasta la maleta del hospital, que en mi caso es doble alistada jajaja porque no vivo en la ciudad donde nacerá Tomás.
Todo esto genera cierto temor, pero también muchísima ilusión…
En este camino también he aprendido a mirar con otros ojos a las personas que me rodean. El embarazo te muestra con claridad quiénes están de verdad presentes: esas personas que preguntan cómo estás, que se alegran con cada pequeña noticia, que te acompañan con un mensaje, con un detalle o con un abrazo.
También están quienes se han ido alejando, quizás porque la vida los tiene en otro momento, con esto uno aprende a soltar sin resentimientos y también a entender que es normal. Hay desilusiones, claro, cuando quienes esperabas cerca no aparecen, pero también hay una gratitud inmensa hacia los que sí están, hacia los que hacen sentir su amor con compañía, con un saludo, con estar pendientes, con un café, con palabras de aliento, con detallitos y con gestos que se quedan tatuados en el corazón, una mujer nunca olvida estos instantes en su vida.
Este proceso me ha recordado que la maternidad no se vive sola, se vive en red, y que cada acto de amor recibido no sólo impacta al mono y a mí, sino que es también un regalo para Tomás que ahora atesoro como lo más sagrado de mi vida.
Para terminar, del blog anterior (que se los dejo aquí para que hagan clic si no lo han leído, blog 1, blog 2) me preguntaron sobre las cremas que uso para la piel. Yo siempre digo: las estrías tienen un componente genético y si el cuerpo está predispuesto, aparecerán. Pero claro, ¡vale la pena cuidarse!
Yo recomiendo a ojo cerrado esta crema de ISDIN, que fue un hit para mí, la usé varias veces al día, no escatimé en esta. Además de L’Occitane y Bio Oil. ¡Mucha agua! Y comenzar aunque no estén embarazadas a ponerse crema y aceites en todo el cuerpo mañana y noche.
Eso sí: consulten con su dermatólogo para ver qué es lo mejor para cada caso, todas somos un mundo diferente.
Quiero cerrar con algo que me parece fundamental:
Sé que muchas parejas atraviesan el camino de buscar un bebé y, aunque a veces el deseo llega pronto, otras veces se convierte en un recorrido lleno de silencios, lágrimas y una espera llena de frustración. Si después de un año no llega el positivo, no significa que sea un fracaso, yo lo veo como una señal de que es momento de buscar apoyo médico y abrirse a nuevas posibilidades, principalmente si ustedes o sus parejas han tenido algún tipo de enfermedad, operación en el pasado o factores familiares hereditarios a considerar.
La fertilidad no es una carga exclusiva de la mujer: es un viaje compartido, donde la salud, los hábitos y hasta las pequeñas decisiones de ambos tienen un impacto. Cuidarse las va a hacer sentir mejor, porque sin duda es honrar ese sueño que tanto anhelan, pero también es importante recordarse algo esencial:
No hay un sólo camino hacia la maternidad ni hacia la paternidad.
A quienes están en ese proceso quiero decirles: no están solos. Desde aquí, como siempre, mi oración que nunca falta por cada corazón que sé que desea esto, porque lo viví y conozco lo que es la espera.
La vida tiene tiempos misteriosos, y aunque no siempre los comprendemos, cada intento, cada lágrima y cada esperanza construyen la fortaleza de lo que algún día llegará, les prometo que cuando Dios los sorprenda ustedes lo entenderán todo.
Este viaje, el mío y el de ustedes, es prueba de que ser mamá empieza mucho antes del parto: empieza en el deseo, en la fe, en la oración, en la terapia, en sanar cuerpo y alma, en la conciencia del autocuidado, en la resiliencia y en el amor que ya sentimos por ese ser que aún no está en brazos, pero sí en nuestros sueños.
Les recomiendo estos lugares para que les den una revisada y me cuenten si llegan a ir, son sitios que sé que han dado resultados por experiencias cercanas, entonces no se rindan, oren mucho como yo lo hago por cada uno que sé que está en este proceso y busquen ayuda:
*Y también para quienes me preguntaron por el dato de mi ginecólogo aquí se los dejo: Doctor Germán.
Este viaje es agotador, sí, pero profundamente transformador. Y quiero seguir compartiéndolo con ustedes. Cuéntenme en los comentarios.
Si conocen a alguien que pueda encontrar este artículo interesante y necesario, compartan este contenido.
Muchas gracias. Los quiero.