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IV

-¿Vicente, qué pasa contigo, no estás feliz de salir a distraernos?-

Háblame- 

-Sé que ha sido un día difícil pero vamos a disfrutar la noche-

Seguía el silencio y esa mirada petrificante. Pasados unos minutos, él reaccionó:

– No puedo ir contigo Rebeca-

-Voy con mis amigos-

Rebeca no entendía qué pasaba, sin duda era una excusa poco convincente, rondaba en su mente el mensaje que había leído días atrás en la fiesta de compromiso del cirujano Andrés, ahí supo que algo no estaba bien. Vicente se explicaba, entre más lo hacía, más ella lo desacreditaba, es que no podía ser cierto, ¿qué era tan grave para no poder ir juntos y sus amigos?, ¿por qué le estaba diciendo que no con tanta determinación? Vicente se enredaba, la presión ejercida por Rebeca en ese momento estaba por desesperarlo, haciéndolo hablar con rapidez y tal vez sin pensar.

– ok, ¿lo quieres saber?-

-Voy con mis amigos de la especialización, entre ellos va Anny, no la quiero incomodar.-

Esas palabras se instalaron en Rebeca, sentía celos, rabia, frustración, ¿qué sentido tenía no querer incomodar a la que había sido su novia por más de seis años pero si hacer pasar a su novia actual por semejante desplante?. 

-Era ella, ¿verdad?-

-La del mensaje, era ella, ¿qué pasa Vicente?-

Él no entendía de qué mensaje hablaba Rebeca, simplemente lo negaba todo, y ella con la poca dignidad que le quedaba en ese momento después de haberle rogado (literal) que la dejara acompañarlo con lágrimas, descompuesta, ya entendía que sencillamente ese día tendría que buscar otro plan. Encerrada en el baño de pediatría intentaba entender, aclarar un poco su mente, limpiar ese llanto de rabia que no quería que nadie notara, pero ahí estaba Andrés, como siempre cuando lo necesitaba, Rebeca solamente lloraba, pero la conclusión luego de unos minutos de calma es que irían los dos al concierto y pasarían genial. 

Había sido una noche entretenida, Andrés se había emborrachado y Rebeca había tenido que ver el concierto sola mientras su amigo, malos tragos, se recuperaba. Buscaba por todos lados entre tanta gente si lograba encontrar a Vicente y a sus amigos, pero fue imposible. Lograr conciliar el sueño esa noche fue más complicado aún, debía determinar cómo se iba a portar con Vicente, cómo saludarlo, ¿saludarlo?, era una mujer tan decidida, tan imponente, pero él la desarmaba así que requería un plan para saber qué hacer.

Pasaron algunas semanas, se saludaban extrañamente. Rebeca trataba de seguir digna, Vicente todo el tiempo le pedía perdón insistiendo en que era algo a lo que no tenían que prestar atención, simplemente que siguieran con eso tan fuerte que ya tenían. Rebeca iba cediendo, los días sin él eran horribles, extrañaba escapar a su apartamento, operar en armonía, así que decidió simplemente intentar olvidar, perdonar y seguir.

Habían tenido unos meses difíciles, el proyecto de investigación liderado por Rebeca cada vez era más riguroso, incluso había bajado su índice de cirugías, cosa que no la tenía contenta, pero apostaba por su futuro, que de salir las cosas bien, era mejor que ganarse la lotería.

Las cosas con Vicente habían mejorado bastante, él era de nuevo su motivación, su alegría más grande, estaba pensando en proponerle que la dejara mudarse con él y presentarlo finalmente en su familia. Cada día que pasaba era más satisfactorio, su formación personal y profesional la habían llevado a no creer en el amor real, pero ahora era diferente, juntos eran poderosos, ella lo amaba y sentía que él a ella también, empezaban a aparecer imágenes de una familia, a hacer planes serios a futuro, a simplemente soñar.

Era un miércoles, Rebeca tenía que hacer turno de guardia, debía pasar toda la noche en el hospital, algo desanimada porque Vicente estaba en Toledo. Cinco minutos en el hospital y ya llegaba una emergencia con una multitud de personas accidentadas, habían sido embestidas por un auto en la Gran Vía, parecía ser un acto terrorista y lo registraban todos los noticieros, iba a ser una noche larga y provechosa.

Sí, era algo sádico pensar que Rebeca sentía su anhelada adrenalina cuando se enfrentaba a este tipo de situaciones, sabía que el quirófano sería suyo por muchas horas y eso la excitaba. Atendía al peor de los heridos quien requería cirugía inmediatamente, pues sus pulmones perforados estaban apretando su corazón y no quedaba mucho tiempo para que dejara de latir.

Habían transcurrido más de cuatro horas operando, Rebeca había ordenado a una de las enfermeras que le pusiera salsa, que curiosamente la ayudaba a concentrarse, este corazón abierto tenía más inconvenientes de los que había previsto, pasaba una hora más. Ya por terminar, entró al quirófano Patricia afanada e imprudentemente, se acercó al oído de Rebeca. Patricia esperó afuera en la zona de lavado mientras Rebeca pudo culminar exitosamente la cirugía.

Con sus ojos encharcados miraba una captura de pantalla que le mostraba su amiga, la neurocirujana era radical, le aconsejaba que debía darse su lugar y enfrentarlo. El pantallazo era un post publicado en una de las redes de Vicente:

-Te amo,

haber vivido estos años juntos ha sido lo mejor que me ha pasado.

Sigamos construyendo.

Me haces falta, regresa pronto-

La publicación hecha por Anny dejaba sin aliento a Rebeca, lo que estaba sucediendo no sólo era cruel sino casi imposible de creer, es que se lo planteaba y parecía un mal chiste, si ellos dos pasaban juntos todo el tiempo, en ¿qué momento podría Vicente tener otra relación?, ¿cuándo podría verla?, ¿cómo ocultarlo por un año?, ¿cómo podría ser tan estúpida para no darse cuenta?. Se reprochaba el hecho de haber pasado por alto el mensaje que había leído meses antes, era una decepción, su corazón latía tan rápido que estaba mareada, corría al baño con ganas de vomitar, y allí Patricia la consolaba, debía recuperarse velozmente para continuar atendiendo la urgencia a la que estaban enfrentándose en las salas de operaciones.

Podía operar porque el quirófano era su mejor terapia, allí entre la vida y la muerte su mente se aclaraba, se preguntaba muchas cosas, quería tener las respuestas ya, ¿cómo lo enfrentaría?, ¿cómo afrontar esto?, ¿cómo vivir laboralmente en el mismo espacio que él?, quería pegarle, gritarle, ¿cuándo y cómo dormía con ella?, ¿era tan bueno en la cama también con ella?, su mente volaba, su estómago estaba resentido, y sus ojos ya hinchados no dejaban de humedecerse, era algo injusto, ¿por qué en este momento?, ¿por qué cuando mejor estaban?, ¿por qué Vicente?…

Unas horas después quiso volver a mirar la publicación en el muro de Vicente pero ya no estaba, él la había borrado, el plan entonces sería hacer como si nada hubiera pasado, no alertarlo, simplemente esperar su regreso de Toledo el fin de semana para cogerlo desprevenido. 

El sábado habían planeado salir a comer a un restaurante de comida italiana que les encantaba a los dos. Rebeca intentaba disimular la ira que tenía en el pecho, sentada frente a un caballero sin aparente punto de quiebre que la atendía, la mimaba, le contaba con lujo de detalles los procedimientos que había realizado durante la semana en Toledo, ella lo miraba pero no lo oía, ¿será que ella vivía en Toledo?, ¿sería esa la excusa para viajar tan seguido?, ¿cómo hacía?, ¿todo lo que habían vivido era una farsa?, ¿era él un farsante?.

La noche transcurría y ella conservaba la calma, estaban ya en el apartamento reposando su cena, tomando vino y disfrutando tenerse nuevamente, se besaban apasionadamente, ella pensaba en tener una última noche con Vicente, disfrutar su olor por última vez, tatuarse esas manos grandes que la tocaban con ternura y con fuerza.

Ella lo usaría, eso la hacía sentir algo de sana venganza, se esforzaría tanto que nunca la podría superar, quería que cada vez que él la recordara se atormentara por no poder revivir esa escena, ella encima de él casi lo ahorcaba, lo hacía con rabia, desahogaba con sus movimientos la frustración de no poderlo tener más, él le seguía el ritmo, la agarraba por el pelo, la mordía. Estrenaba una lencería de diseñador que él decidía dejar medio puesta, sabía que el encaje lo enloquecía, sin duda era la mejor noche juntos, no paraban, ella procesaba lo que significaba no querer detenerse, no quería llegar al momento de enfrentarlo, quería alargar esta unión de cuerpos hechos, hasta ese momento, el uno para el otro.

Después de múltiples momentos de placer, de besarse hasta tener los labios rojos y quebrados, Vicente se había quedado dormido, ella a su lado se secaba las lágrimas en silencio y planeaba las palabras que diría tan pronto él se despertara; ya no podía respirar, se ahogaba en su mismo aliento, se levantó a buscar agua, en la mesa de noche de él estaba su teléfono, tan accesible y tan necesario que decidió tomarlo, ya no había nada que ocultar y la verdad quedar como una loca a estar alturas la tenía sin cuidado. 

-Ya estoy en Madrid, avisame si te paso a buscar-

-Coño Vicente, no sabes la falta que me has hecho-

-Estoy loco por verte hoy, ponte las braguitas que me gustan y cocina el estofado de res que amo, todo me lo quiero comer- 

El chat con Anny eran punzadas despiadadas al corazón, la sensación de querer desaparecer era apoyada por la baja tensión que tenía su cuerpo en este momento, sentía desmayarse, tuvo que vomitar, volver en sí, de nuevo su cuerpo frío le pedía que no leyera más, pero ella no se detenía. La fecha del primer mensaje era mucho más antigua que el tiempo que llevaban juntos, eran pareja, no era un affair, no era un error, eran familia.

-Que han venido mis padres de Sevilla y quieren cenar con nosotros,

¿podéis cambiar el turno con alguien?

-¡Claro que sí! Avísale a Clarita y Arturo que los puedo pasar a buscar para llevarlos a tu casa y cenar juntos-

Todos los planes se caían al piso como cristales que se rompen estruendosamente, la boca del estómago se le estaba quemando, las lágrimas no salían más, cada palabra leída de estos mensajes eran como metales rompiendo sus huesos, el dolor en su cuerpo no se comparaba con el dolor en su alma. Lloraba casi gritando. Ella, una de las cirujanas más influyentes del país se desmoronaría frente al que pensaba sería el amor de su vida.

El ruido de los pasos agitados y frenéticos de Rebeca yendo de un punto a otro despertaba a Vicente, cuando salió de la habitación el escenario encontrado era una pesadilla, Rebeca con su celular en la mano descompuesta.

-Te lo puedo explicar todo, déjame hablar,

Rebeca ¡por Dios! déjame explicarlo-

Ya era muy tarde para explicaciones, él intentaba tocarla, alcanzarla, pero ella lanzaba puños sin control, estaba pálida, sus colores naturales estaban cubiertos de rimel regado, no coordinaba ya las palabras que le decía.

-No te atrevas a tocarme ¡Hijo de puta!-

– ¿Por qué a mí, grandísimo cabrón?-

-¿Qué te hice para recibir esta mierda a cambio?-

En el tiempo que estuvieron juntos, Vicente jamás le había oído estas palabras a Rebeca, mucho menos había visto una reacción similar, entendía por su descontrol que esa noche había sido su última noche; empezaba su lamento, su arrepentimiento, su karma, porque verdaderamente la amaba, no la quería perder, no soportaría verla con otro, era su felicidad. Pero,

También amaba a Anny.

 


Entonces, ¿Es difícil entender el comportamiento ajeno? ¿Es difícil dar sin pretender recibir? ¿Es difícil tener expectativas de los demás que no se cumplen?.

Terminamos, por ahora, con esta historia dedicada a la(s) persona(s) que nos hicieron daño, que nos hicieron sentir las tripas en la garganta y las mariposas del estómago que alguna vez revoloteaban de felicidad, causarnos nauseas y ganas de vomitar…

5 Comments

  • Carolina dice:

    Noooooo, no y no! Me niego a creer que algo que empezó tan lindo terminara en dolor para Rebeca. Es ahí cuando uno se pregunta, ¿Qué necesidad tiene Vicente de seducir a Rebeca, si ama a otra mujer y lo tenía todo? ¿Acaso es justo con Rebeca, que le abrió su corazón? Sentí esta historia como si me hubiese pasado. Muchas veces uno se llena de expectativas con la otra persona, que aparentemente está en la misma pagina, en la misma sintonía, pero resulta que lo único que quiere es un affair. Un amor fugaz, una compañía. Es muy difícil no sentir y no ilusionarse con algo que parecía tan perfecto. Porque si yo abro mi corazón, y lo entrego todo, lo mínimo es que esa persona haga lo mismo y sienta algo lindo por mi.

    • Lina Bustamante dice:

      Queríamos que la historia terminara diferente pero así han sido más historias de la vida real! Desafortunadamente pasamos por eso pero ya somos más fuertes!

  • Vivi 8A dice:

    Los hilos que dividen los novelones de finales felices con la realidad, son tan finitos que muchas veces nos llegamos a confundir.
    No quiero sonar como la grinch del amor, pero ese sueño dorado de alcanzar la promesa de amor “ ideal” nos ciega y muchas veces nos deja como Rebeca, Odiando la posibilidad que todo en medio de tanto idilio sea una farsa.

    Ficción o realidad está historia es la muestra de que nada será mayor o más importante que el amor propio, que anteponer algo o alguien antes que tú puede llegar a ser tan nocivo que el mismo cuerpo buscara la manera de sacarlo del sistema. como lo hace con Rebeca ( vomito de resentimiento).

    Aplausos por esta gran realidad, apuesto todas mis monedas a que, Rebeca con esta historia, terminó de forjar su personalidad, conociendo su parte vulnerable y resiliente.

  • Laura dice:

    Nunca conocemos completamente a una persona, creemos en sus palabras y acciones, y así nos enamoramos… y en cualquier momento solo despertamos a la realidad, algo diferente a lo que hemos idealizado… pero a pesar del dolor, también nos quedan los momentos felices que disfrutamos con esa persona

    • Lina Bustamante dice:

      Así es Lau. Creo que de todo se aprende, siempre somos más fuertes después de esas tusas que podemos
      vivir. Lo más importante es después de esos momentos no perder la esperanza pues podemos
      encontrar el amor en otra persona que estaba destinada a ser.

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